el aire muerto
que se nos encima
no nos deja
derretir la luna
con nuestros silencios
inmaculadamente tensos.
y la luna
escondida entre las nubes
del olvido entumecido
nos observa en su desdicha
y se acurruca
en otros brazos de terciopelo
que prometen un adiós
y dios se queda callado
mientras
el aire muerto
se nos escurre por las orejas
y las ojeras que tenemos
ya no saben más
a estímulos nasales
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